lunes, 14 de noviembre de 2011

Vladimir Tatlin y el Monumento a la 3ª Internacional



Vladimir Tatlin

(Vladimir Evgráfovich Tatlin; Moscú, 1885 - 1956) Artista ruso, iniciador del constructivismo. Activo representante de la vanguardia soviética, defendió que el arte debía integrarse en el conjunto de la producción, disolverse en la vida cotidiana y renunciar a su actividad exclusivamente estética. Su maqueta para el Monumento a la III Internacional se convirtió en el paradigma del nuevo arte.
En Rusia, la revolución de 1917 consiguió por primera vez en la historia identificar la voluntad de construir una sociedad socialista con los cambios perseguidos en el campo artístico por la vanguardia. Era el momento de poner a prueba el arte como factor de transformación social y los vanguardistas aceptaron este reto, asumiendo el protagonismo en la dirección de la nueva política cultural y la dedicación a la docencia artística como forma de educar al pueblo.

Pero en el seno de la propia izquierda surgieron pronto dos concepciones enfrentadas respecto a la función que debía cumplir el arte. Si para Malevich la investigación artística debía ser ajena a toda contaminación externa, para Tatlin era ineludible su función de servicio hacia la nueva sociedad: el arte debía integrarse en la producción convertido en arquitectura, diseño industrial, carteles, etc. Los constructivistas, con Tatlin a la cabeza, negaban toda validez del arte como actividad estrictamente estética y exigían su disolución en la vida cotidiana.


Frente a la individualidad creadora, el constructivismo soviético oponía el sentido colectivo de cultura revolucionaria. Frente al arte como pura investigación formal (actividad necesariamente aislada y sin rentabilidad funcional a corto plazo), se requería inmediatez para la resolución de las demandas revolucionarias. Del juego gratuito y la especulación formal pura como fundamentos esenciales de la investigación plástica, se pasa a la búsqueda de la fusión entre arte y tecnología, que son designados como agentes del cambio social y se integran en una unidad ética y estética.
Tatlin llegaría al constructivismo partiendo del cubismo y el futurismo, a los que despojó de toda referencia al dato real; del cubismo tomó la descomposición de los objetos por planos y del futurismo el interés por el uso de todo tipo de materiales y la estética maquinista.


Tatlin - Monumento




Con el proyecto para el Monumento a la Tercera Internacional, Tatlin fue pionero en el uso conjugado de nuevos materiales (hierro, acero y cristal), así como en la concepción del edificio como espacio plural y en la idea de dotarlo de movimiento, aspectos que otros harían realidad después. El edificio estaba concebido como la superposición de tres cuerpos geométricos un cubo, una pirámide y un cilindro articulados por un eje vertical y arropados por una estructura helicoidal ascendente; los tres volúmenes albergarían, respectivamente, las salas de congresos, las del órgano ejecutivo y el centro de comunicaciones. Los tres cuerpos girarían en torno a su eje con una periodicidad de un año, un mes y un día respectivamente y estarían rematados por un mecanismo para proyectar imágenes y sonido. Emblema de la utopía socialista apoyada por la tecnología, el monumento se entiende como faro que alumbra el nuevo mundo.


Las investigaciones plásticas de los constructivistas rusos tuvieron una influencia directa en el desarrollo de la arquitectura moderna. Su decidida aspiración de unir arte y sociedad encontraba su plasmación natural en la arquitectura, como compendio de todas las artes, y, aunque sus realizaciones fueron escasas, sus investigaciones cristalizaron en proyectos que fueron significativos para el desarrollo posterior de la arquitectura contemporánea.


El “proyecto” de Tatlin es un proyecto fantástico: el arquitecto ha creado una nueva imagen, un nuevo lenguaje para la arquitectura y para el arte. Era un “proyecto” extraordinario, una visión filosófica nueva. Era un edificio que miraba hacia el futuro: la forma del edificio era una “espiral”. Una “espiral” que se desarrollaba de abajo hacia arriba, un edificio inclinado y con un ángulo de inclinación que coincidía con el ángulo de inclinación de la tierra. El edificio de Tatlin era una “estructura” que se desarrollaba y se lanzaba hacia el futuro. La “espiral” nos hace recordar el desarrollo de la humanidad de abajo hacia arriba, era un icono simbólico del progreso.

Era una visión del “futurismo”. Sin embargo, este edificio era una reminiscencia fiel a la imagen “historicista” de la Torre de Babel, algo que nos remitía al Génesis –según el designio divino de poblar la tierra de habitantes reunidos en la llanura del Senaar-, después del Diluvio, cuando decidieron construir aquella célebre torre bíblica: donde Dios confundió milagrosamente el lenguaje de los constructores de ese vasto monumento llamado Birs-Nimrud; o un enorme parecido al “babélico” cuadro del holandés Brueghel llamado también “Torre de Babel”. La misma congruencia edificable -era esa imagen de Tatlin-, que alternaba y friccionaba muy bien -en altivez- con la Torre de Eiffel (a cuya fastuosidad “futurista” le expresó más tarde su admiración Vladimir Maiacovski en su poema Conversando con la Torre de Eiffel).



No hay comentarios:

Publicar un comentario